Un día el canario verde, no sé cómo ni por qué, voló de su jaula. Era un canario viejo al que no había dado libertad por miedo a que se muriera de hambre o de frío, o de que se lo comieran los gatos.
Estuvo volando toda la mañana entre los árboles del huerto, en el pino de la puerta, por las lilas. Los niños estuvieron toda la mañana también, sentados en la galería, viendo los breves vuelos del pajarillo amarillento.
A la tarde, el canario se vino al tejado de la casa grande, y allí se quedó largo tiempo. De pronto, y sin saber nadie ni por qué, apareció en la jaula, otra vez alegre.
¡Qué alegría en el jardín! Los niños saltaban, tocaban las palmas; Diana, loca, le seguía, daba vueltas como si fuera una bailarina.
(JUAN RAMÓN JIMÉNEZ)