viernes, 9 de enero de 2009

LA DESI APRENDE A LEER

Mientras el viejo Eloy escribía a leoncito, el chico, en una mesa de la sala, la DESI, la muchacha, con el escobón y la bayeta de la mano, contemplaba extasiada por encima de su hombro cómo la pluma garrapateaba sobre el papel. La tinta fluía sumisamente sobre el pliego y ella, la muchacha, fruncía los parpados, como si el sol la deslumbrase, en un esfuerzo por descifrar aquellos caracteres. Desde niña las letras la fascinaron. La maravillaba la extraña capacidad del hombre para atrapar las palabras y fijarlas indefinidamente en un papel, con la misma facilidad que don Fidel, el maestro, allá en el pueblo, arrancaba una flor y la prensaba entre las páginas de un libro.

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